Devendra Y. Tanushree {ID}

Dev es del tipo de personas que llevan grabado en la frente las palabras "mala influencia". Tal vez sea por los tatuajes o el recurrente olor a marihuana y nicotina que esta impregnado en su ropa, puede que también tenga algo que ver con sus pésimos modales y su mala forma de hablar. O sencillamente es un chico con mala reputación. Es un poco de todo. No es un ángel ni un demonio, ha hecho cosas horribles en el pasado pero intenta remediarlo con buenas acciones ocasionales. De acuerdo, esta un poco mas inclinado al lado malo pero eso no lo hace un monstruo ¿Verdad? Digo, no es un antipático retraído social con cara de asesino en potencia que en cualquier momento sacará una sierra eléctrica para asesinar a todos a su alrededor. Es reservado, si, pero no en modo extremo como muchas personas. Disfruta de su soledad, si, también, pero (casi) nunca rechaza algo de compañía o una buena conversación sobre banalidades. No le interesa lo que la mayoría de las personas diga sobre el ¡Vamos, eso es bueno! ¿No? Es reservado mas no tímido, no se corta al momento de decir lo que piensa y prácticamente no conoce el pudor en ninguna presentación. Se deja guiar por sus propias reglas y se mueve de la forma que el considera correcta. Ya lo dije antes, es tomado como el clásico chico rebelde del pueblo.

Pero nadie ve mas allá de eso.

Todos saben lo que hizo, todos lo ignoran. Él lo agradece pero al mismo tiempo lo aborrece. Devendra es una contradicción andante. Tantas medicinas y traumas cuando niño consiguieron solamente que su mente se volviera una zona de guerra. El rechazo, los maltratos, la disfunción familiar, todo repercutió en la personalidad y forma de ver el mundo que el pelinegro posee actualmente. La locura de su madre, la misoginia de su padre, esos factores lo volvieron prácticamente alguien asexual. El que su primer (y única) mejor amiga fuera una muerta loca obsesionada con crear incendios tampoco ayudaron mucho a curar la piromanía ni a mejorar la cordura del joven. Aunque aparenta serlo, Devendra no es tan fuerte como dice ser. La mayoría de sus ideas nunca están del todo claras, lo que lo vuelve una persona cambiante e impredecible, llegando a ser también bastante neurótico. Tantas drogas y medicamentos mal administrados lo hicieron nervioso e hiperactivo, no puede estar mucho tiempo calmado, no es paciente ni tolerante. Y aunque el diagnostico diga que su vida debe ser un desastre y que el único lugar donde estará a salvo de si mismo es entre paredes acolchadas, Devendra no es un desastre. En realidad tiene un pequeño-gran OCD. Nada está nunca fuera de su lugar, ni una mancha, ni una partícula de polvo. Es realmente organizado, poco impulsivo cuando está tranquilo, le gusta pensar todo siempre y cuando esté sobrio. Responsable con lo que le importa (casi nada). Puede resultar sumamente frío, analítico y calculador. Ridículamente desconfiado y bastante paranoico.

No sabe si es buen amigo por que nunca ha tenido uno. Tampoco sabe si es un caballero o un patán porque solo ha tenido relaciones con desconocidas que nunca mas a vuelto a ver. No sabe lo que es un mejor amigo, un hermano o un verdadero familiar. En muchos aspectos Devendra sigue siendo un niño.

Es violento y, cuando pierde los estribos, un tanto sádico; siempre toma venganza, es como el Karma: Lo malo que le hagas lo recibirás siete veces peor. No le da miedo volver a la carcel siempre y cuando haya hecho justo lo que quería. Vive en un carpe diem y nunca se preocupa por el futuro o las consecuencias de sus acciones.

Devendra es mucho y poco, normal y extraño. Devendra no tiene una definición clara de él mismo. Jamás será lo que esperas así que ¿Para que perder mas tiempo?

LA PERSONALIDAD SE ACTUALIZA CONFORME SE ME OCURRAN MAS CARACTERÍSTICAS PARA EL PERSONAJE

Devendra Yohann Tanushree, hijo único, salvación de un matrimonio en ruina. Un chivo expiatorio para que Joanne Smith pudiera atar definitivamente a Rae Tanushree y este ignorara la paranoia y ambiciones de la que llevaba dos años siendo su esposa. Él, un hombre de alta posición en Prescott, poseedor de un doctorado en psicología, y ciegamente enamorado de una de sus pacientes: Joanne. Ella, de clase media, avariciosa, sin escrúpulos, esquizofrenica que se rehusaba a un tratamiento como debía ser. Era algo prohibido pero a ninguno de los dos le importaba, se casaron y a los dos meses los problemas en la relación comenzaron. Ella pedía mas de lo que necesitaba, él trataba de dárselo, cuando no podía tenía que soportar ataques de histeria de parte de su mujer ¿Quién dice que son los hombres quienes maltratan a las mujeres? Su salario no le daba a basto, tenía que atender al doble de pacientes de los que su paciencia soportaba, estaba harto. Aguanto un año antes de darle el ultimátum a Joanne: quería el divorcio. Ella encontró la solución ya antes mencionada, Devendra.

El niño de nombre raro nació un dos de noviembre de hace dieciocho años trayendo consigo una débil y momentánea felicidad a la familia. Mamá y Papá lucían mas felices (o eso muestran las fotografías que Dev ha encontrado por ahí), se veían mas unidos y parecía que los supuestos problemas económicos habían desaparecido. Claro que nada es eterno, menos tratándose de una familia de Prescott, el pueblo maldito.
Devendra no tenía solamente un nombre raro, él era raro. Lloraba mas que los bebes promedio, casi no comía y, de vez en cuando, dejaba la mirada fija en un punto especifico cerca de la chimenea o en la puerta de la habitación de húespedes. Se reía sin motivo aparente y enfermaba sin razón. Su padre, como todo psicólogo loco pensó que había heredado la esquizofrenia de Joanne. Bueno, no era eso, Devendra veía gente muerta.... Eso es tan de película...

Conforme los años pasaban y el bebe pasaba a ser niño que sabía caminar y hablar, la idea de los Tanushree sobre la esquizofrenia de Devendra se hacían mas y mas grandes. El niño pasaba la mayor parte de su tiempo en la habitación de huéspedes hablando de banalidades con una pared. Al principio Rae pensaba que todo se debía a ese asunto de la alta cantidad de imaginación en los niños, amigos invisibles, imaginarios, ya se le pasaría. Pero no paso. A los nueve años llego el primer psiquiatra para el joven Tanushree, nada importante para él ¡Ni siquiera recuerda su nombre! Este hombre intentaba sacarle información a Devendra sobre las cosas que veía, él ya había aprendido por las malas a no hablar sobre Miranda, una hermosa niña pelirroja de quince años que había perdido la vida en un incendio en esa misma casa hacía cuarenta años.

Los niños eran muy crueles en la escuela, se burlaban demasiado de Devendra y su novia imaginara, esto hacía que Dev se alejara de los vivos y se quisiera quedar solo con Miranda. Ella lo entendía, lo escuchaba y aconsejaba; la mayoría de las veces los consejos eran... violentos. Él intentaba ignorarlos, pero no podía evitar la fascinación que aparecía en él cada que Miranda incendiaba algún mueble y luego lo dejaba como nuevo. Amaba el fuego, le gustaba demasiado ver las cosas arder.

Cumplió los once años y el divorcio de sus padres se hizo realidad. Por desgracia la noticia le llego el día de su cumpleaños, justo en esa fiesta organizada a la fuerza, si, en esa fiesta a la que ningún compañero de clases quizo asistir. Bien hecho mamá y papá. Se quedó un par de meses con Joanne, luego ella se harto y lo mando al otro lado de la ciudad, con su padre. Eso no le hizo ni pizca de gracia a Miranda. Lo último que supo de su madre fue que se quedó hecha cenizas, desmayada de borracha en... la habitación de huéspedes, el único cuarto de la casa que se quemó en ese accidente. Devendra heredo la casa, Joanne quería asegurarse de que su ex esposo no tuviera nada de ella, aunque claro que el niño no podía mudarse solo. El señor Tanushree remodelo la habitación dañada y puso la propiedad en venta. Nadie se quedaba mas de tres meses en ella, sólo Dev sabía el por que.

Rae se dio cuenta de que intentar vender la casa era algo imposible por lo que decidió dejarla abandonada. En el momento en que los dos únicos Tanushree iban a la propiedad para recoger las últimas cosas de valor, Devendra ya tenía quince años. Fue la última vez que vio a Miranda, la última charla aunque sabía perfectamente que ella seguiría ahí. Quémalos, que se pudran todos, fue lo único que la fantasma le dijo antes de que Devendra saliera dejando atrás a su única amiga en mucho tiempo.

Esas palabras dejaron pensando a Devendra por bastante tiempo. A esas alturas de su vida ya había notado un poco la piromanía que crecía en él día a día. Intentaba ignorar la ansiedad cada que veía un mechero o una vela encendidos, de verdad lo intentaba y solo había quemado un basurero lleno de propaganda de tiendas de ropa, nada más. Pero las palabras de Miranda le habían dejado pensando bastante.

Después del divorcio de sus padres Dev se había vuelto un chico rebelde que no seguía las reglas. Tomaba, se drogaba y se iba a fiestas dónde no conocía a nadie. La vida en las afueras de Prescott había hecho maravillas con Tanushree. Tenía un par de amigos mal influenciadores que lo llevaban de un lado a otro pero nunca a clases. Se había enrollado con un par de chicas y comenzaba a hacerse una reputación en las calles, pero, mas que nada, había dejado de hablar solo y señalar gente "muerta" en cada esquina. Claro que Devendra seguía identificando a los fantasmas y muertos-casi-zombies que lo rodeaban, pero había aprendido a no mencionárselo a nadie. Los pensamientos de Rae sobre esto eran contradictorios. Por un lado estaba feliz de que su hijo comenzará a comportarse como todo adolescente hormonal. Pero, por el otro lado, tenía miedo de que fuera solo algo temporal que con el tiempo terminara empeorando la enfermedad de su primogénito. Así que hizo lo que todo padre haría: Lo llevo con otro psicólogo que comenzó a darle medicamentos que solo le crearon dependencia y empeoraron todo. Creo dependencia hacía el medicamento, si no lo tomaba se ponía ansioso y un tanto psicótico, violento e hiperactivo. Rae estaba demasiado ocupado con su nueva pareja, él no notaba nada, solo sabía que estaba harto de las llamadas de vecinos sobre la mala conducta de su hijo. Las ignoraba mas fácil que a los cobradores de impuestos.

Con dieciséis años, Devendra se fugo a otra fiesta lejos de casa, casualmente esta fiesta se llevó a cabo en Prescott. Él intentaba no pensar en su pueblo natal, ese que había hecho su infancia un verdadero infierno con todas esas pesadillas y almas en pena. Pero alcohol era alcohol, y el no iba a ser el que lo rechazara. Él y su grupo de "amigos" se pasaron la noche armando disturbios a cada calle a la que iban, la policía los alcanzó justo en la plaza central del pueblo. Lanzaron piedras y ellos gas pimienta, pelearon con puños y tubos de acero. Ellos iban ganando así que la opción mas acertada, según Devendra, era salir corriendo, salvar su culo antes que el de los demás, la ley de la selva. Él conocía esas calles aunque llevara tiempo sin pisarlas, se dejo llevar por sus pies y el LSD que aún se encontraba en su sistema. Después de asegurarse de que ya no lo seguían se dejó caer en el césped, estaba en el jardín trasero de una de esas tantas casas de fantasía que había en Prescott. Un cigarrillo entre sus labios, el mechero encendido y una tentadora llama además del recuerdo de las palabras de su muerta favorita fueron la mezcla perfecta para el desastre.

La casa ardía en llamas y Devendra solo podía reír como maniático disfrutando la excitación que haber provocado un incendio causaba en sus entrañas. Esta mal, debes dejarlo, buscar ayuda, gente inocente morira, decía su conciencia una y otra vez sin parar; no le importaba, la gran y maniática sonrisa que se mostraba en su pálido rostro lo denotaba a la perfección. Llevó el cigarrillo que acababa de encender a sus labios mientras observaba a la familia gritar con pánico desde la ventana del tercer piso. De un momento a otro estaba con la mejilla pegada al suelo y con las manos en la espalda con un gordo policía sobre él. Su mirada llego hasta la casa de enfrente, su casa, en la ventana de la habitación de huéspedes podía verse una cabellera pelirroja y un rostro infantil que sonreía con aprobación. Devendra devolvió la sonrisa, luego hubo una explosión y todo se puso negro.

Despertó cuatro días después en atado a una camilla de hospital. A las dos horas de haber recobrado la conciencia ya estaba en un reformatorio ¿Los cargos? Homicidio. Alguien había muerto en el incendio, nunca supo quién había sido, ni quizo saberlo. Solo es conciente de que ese "accidente" le hizo abrir los ojos para darse cuenta de la porquería de humano en la que se había convertido.

Paso dos años encerrado, en terapias y demás estupideces. Le quitaron la adicción a las drogas y lo dejaron libre cuando estuvo "curado". En casa nadie lo esperaba. Su padre se había vuelto a casar, tenía una hija y no le interesaba para nada su primogénito ex convicto. Le dio dinero y las llaves de la casa en Prescott...

Mala idea ¿uh?

La idea de volver a ver a Miranda le aterra, ha pasado las últimas semanas durmiendo bajo puentes o en el baño de la escuela del pueblo. Sabe que tiene que ir a casa, pero no le agrada la idea, eso será su recaída, lo puede jurar.