Gail {ISOBEL} Schwartz

No es pesimista, ni pienses en ello y aunque no lo parezca, es muy realista. Tampoco es cruel, ella sólo ve las cosas como un misterio. Gail es una chica que se siente atrapada en una jaula, siente y percibe todo de una manera distinta, llena de contradicciones y huecos. Simplemente, es una muchacha que le verá el lado oscuro a la vida y es porque así la ha tratado esta odisea.
Su aura es negra y así lo dice ella, así se define así misma: un ser completamente opaco al que le han sucedido desgracias y se ha mantenido vivo por mera cuestión de suerte, una suerte maldita. Aún así, el sin fin de situaciones que pudieron haberle ocurrido le han servido como experiencia y como una enseñanza, no productiva ni buena ni constructiva sino que una lección contraria, dañina y real. Así que no le pidas nunca que vea las cosas de una manera positiva porque ella siempre las verá desde la vereda opuesta en donde se encuentra lo crudo y cierto.
Es orgullosa, terca, perseverante e inteligente, quizás, te topes con una mujer bastante tozuda para todo lo que se propone y lo realiza con cuidado siendo demasiado perspicaz y atenta. Es fría y calculadora, pero no egocéntrica ni fanfarrona. Su silencio es quizá su rasgo más acentuado, pues muy de vez en cuando le verás hablando con alguien, a no ser claro, que esa persona le interese a Isobel.

¿Amarga? ¿Sádica? ¿Rara? Sí, esas tres palabras la definen en un sentido. ¿Cómo? ¿Tú crees que la verás con una maldita sonrisa dibujada en sus labios? ¿Llegaste a pensarlo? Por Dios, olvídate de eso, Gail siempre pero siempre tendrá sus labios fruncidos con un semblante intimidante, extraño, lúgubre y cínico. Si sonríe es porque alguna idea retorcida se ha cruzado por su mente o quizás te ha visualizado en una cama de clavos o crucificado como un vil ladrón de antaño. También adora verte sufrir ya sea por cualquier motivo pero la emociona aún más si hay sangre o daño físico y psicológico de por medio; más de alguna vez a pensado y deseado tu muerte de la manera más dolorosa, más cruel que exista. Ten por seguro que Isobel no dudará en tomar un arma afilada y herirte con tal de divertirse.
Una demente. Una loca de remate. Una maldita perra que más de alguna vez la verás riendo de una manera desesperante. Por momentos, su mente se torna difusa y en blanco y simplemente piensa miles de cosas sin sentido para luego enfocarse en lo que te pueda causar miedo, terror y nerviosismo. Si la ves con una mirada fija e ida, no te asustes, sólo recuerda que te espetará un sin fin de ideas de cómo hacerte sentir bien o mal, de cómo hacerte sentir indefenso.
La bondad, ternura o misericordia no son para ella más que habladurías y debilidades que no te llevarán a ningún sitio excepto a tu propia perdición. Su corazón hace mucho marchito y su mente putrefacta lo único que consideran excitante y artístico es mancharte las manos de sangre. De saborear el dolor y la tortura de los demás con una demencia psicópata que va más allá de lo normal.

A pesar de toda esas actitudes que son parte de ella, aún en su corazón, queda un espacio vacío que se puede llenar con esa persona especial. ¿Pero qué pasa? Todavía no llega el hombre que la pueda hacer sentir bien y no tan insana o quizás llegó pero aún no es capaz de lograr un cambio en ella. Es apasionada, bastante pero no será muy fácil que sea tierna ni mucho menos amorosa.
Aún así, su mente asquerosa y desquiciada no da cabida a pensamientos puros como el amor y lo que puede llegar a ser un sentimiento noble en su vida. No. Tampoco podrá procesar el enamoramiento, una vez sintió el verdadero cariño de otra persona entregada a ella pero nunca un amor puro de pareja y al parecer, poco le importa pero si llegase a ocurrir, que quede claro que no lo dirá y pocas veces lo podrá demostrar.

***

» Josephine Antoniette Schwartz {nee Blanchard ; madre ; 42 años ; dueña de casa ; fallecida} Su relación... Una muy linda, muy tierna, muy amorosa. Josephine fue la única que demostró preocupación por Isobel, incluso, la chica sólo permitía que ella la llamara de tal manera. A pesar de la niña nunca fue planeada, su madre pudo ocuparse de ella siendo más que un apoyo; Gail la necesitaba en todo momento y Josephine siempre estuvo para ella. Había verdadero amor ahí, el cariño incondicional de una madre para con su hija y viceversa.

» Frederick Khan Schwartz {Padre ; 46 años ; abogado ; vivo} Él, sólo aportó el esperma para que naciera la muchacha puesto que no hubo ni una pizca de cariño para su hija. Frederick no la quería y se lo dijo en variadas oportunidades; siempre fue un hombre hostil, duro, agresivo y frío pero no sólo con Gail, sino que también con sus otros hijos. Isobel le temía y eso no parece haber cambiado mucho pero todo ese miedo que una vez sintió se transformó en odio y es recíproco: Frederick está convencido que la muerte de su esposa es todo culpa de su hija.

» Alessandra Jolene Schwartz {Hermana mayor ; 22 años ; estudiante universitaria ; viva} Por mucho, otro gran apoyo para Gail pero una que terminó por abandonarla para seguir su maldito sueño de ser una profesional, una mujer hecha y derecha con un trabajo estable y una "familia feliz". Ella, sin duda, es la única que reconoce que su hermana está trastornada, que está demente desde que su madre falleció; cuando la visita, siempre trata de conversar con ella y hacerla sentir mejor, se nota que la adora pero Gail no parece percibirlo.

» Johan Garin Schwartz {Hermano mayor ; 20 años ; estudiante universitario ; vivo} ¿Su relación? "Linda". Aún así, se mantiene alejado de toda interacción con los demás integrantes de su familia, sobretodo de Gail, a quién le tiene un miedo horrible. Él sabe lo que es capaz de hacer y no duda que es un peligro. Adora a su padre por lo que le apoya al cien por cien, más si se trata de culpar a Isobel por la muerte de Josephine.

¿Cómo quieres que comience? ¿Cómo te gustaría leer esta historia? Déjame decirte que no es algo de lo cual deberías sonreír ni mucho menos sentirte feliz. Feliz... Felicidad. Gail fue feliz una vez, una maldita vez.

Nació en Londres, Inglaterra, un veintidós de Enero de mil novecientos noventa y tres, en el seno de una familia de status medio alto de la aristocracia británica. Tercera y última hija de la familia Schwartz, de ascendencia alemana. Sus progenitores, Josephine y Frederick, realmente estuvieron sorprendidos por su concepción. Más el padre, molesto puesto que no deseaba ni quería otro hijo ni mucho menos una cría más. En cambio, su madre le adoraba y la cuidó hasta que ocurrió lo fatídico.
Pero aún no llegaremos a eso, no. Pasemos a sus hermanos... Ellos la cuidaron y quisieron con demasía. Para Gail, Alessandra y Johan eran lo máximo, sus ídolos, sus ejemplos a seguir y sí, aspiraba a ser como ellos. ¿Tierna, no?
Cumpliendo los cinco años, se mudó junto con su familia a Phoenix, Arizona, Estados Unidos y ahí entró a la escuela primaria. Desde pequeña fue bastante astuta, inteligente, pícara y audaz. Una pequeña y ridícula niñita consentida por su madre y detestada por su padre. Poor little girl.

¿Niñez? Vamos, fue común y corriente, nada del otro mundo. Más todo cambió cuando pasó a la adolescencia. Bueno, al principio fue lo normal: conocer nuevos amigos, nuevos intereses, nuevas experiencias, una pérdida absoluta de la virginidad y pureza de su cuerpo, entre otras. Pero fue en esa etapa en que Gail terminó por declararse loca y maldita.
La tarde del veintinueve de Marzo, cuando ella tenía quince años, salió con su madre a hacer unas compras al mall, lo cotidiano pero no contaban con un asalto a una de las tiendas del centro comercial. Josephine y su hija se escondieron de los ladrones pero como a todos los demás, los descubrieron y tomaron de rehenes. Desesperada e impulsiva en su tiempo, intentó escapar de allí para ir en busca de ayuda pero uno de los imbéciles que se las dio de bandido, se dio cuenta de ello y le apuntó con el arma, le disparó e hirió en el muslo derecho. Su madre, al ver esto, trató de auxiliar a su hija, recibiendo un balazo pero no con la misma suerte que Gail; la bala llegó directo a cien de Josephine por lo que muerte fue, obviamente, instantánea. Lo siguiente, fue la histeria de Isobel al ver a su madre tendida en el suelo, fallecida con un agujero sangriento en su cabeza. La expresión de Josephine la dejó marcada y los gritos desesperados, aterrados e histéricos de la chica fueron insoportables, incluso para ella misma.

Después de eso, cuando salieron libres y los "malhechores" fueron arrestados, la vida de Gail cambió radicalmente.
Su padre, perdido en la tristeza y en la ira, culpó a su hija menor por la muerte de su esposa, si Gail no hubiera intentado escapar, su madre aún estaría viva, aún estaría con ellos. Pero eso no fue lo que en realidad la dejó mal, no, sino que el recuerdo, los ojos abiertos de su madre que expresaban un terror absoluto y ese líquido rojo que brotaba a borbotones de ese hueco que dejó la bala eran lo que la atormentaban día a día, noche a noche. Pesadillas constantes, los gritos que de su boca salían, el llanto por esa persona que no estaba cada día se hacían más recurrentes, cada día que pasaba Gail perdía la cordura.

Cuando cumplió diecisiete años, su "familia" volvió a mudarse, esta vez a Oregon, donde planearon comenzar de nuevo o eso querían los demás ya que Isobel sólo pensaba en ese día de mierda, una y otra vez.
Ella fue la única de ese grupo que se dio cuenta de lo que realmente pasaba en el pueblo, todo era oscuro y extraño, perfecto para un ser insano y sin una mente estable. En cierto modo, esto la tranquilizó, todos verían las cosas desde su punto de vista pero por el otro lado, esto la terminó por saturar y desquiciar por completo.
En su nueva escuela, fue una de las tantas raras que debieron haber pisado el establecimiento. Una asocial de primera clase con una moral por el suelo, una decencia inexistente y escrúpulos bajos; Schwartz se aisló de todos y de cada uno de los integrantes de su familia. El miedo se apoderó de éstos últimos cuando quiso atacar a su padre: la chica tomó un cuchillo y caminó hasta su cuarto con el filo apuntando a su progenitor; sin dudarlo dos veces y con una sonrisa bastante sádica dibujada en sus labios, se le tiró encima con tal de apuñalarlo pero su hermano Johan la detuvo. Ante eso, el odio les inundó.

Pero... No todo es malo, ¿sabías? La chica conoció a un muchacho, que a simple vista parece un chico decente y aceptable pero otro más de la misma calaña. Ethan Holland fue y será parte de la vida de la rubia/morena/whatever; él, en cierta forma, es un pilar fundamental, es el cariño que ella necesita pero Gail es reacia, una maldita perra que no duda en hacerle sentir mal y dolor. Lo detesta pero ama a la vez, lo hiere física y psicológicamente, es su pequeño juguetito, su conejillo de indias.