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Mensaje por Imogen A. LieRose Jue Nov 24, 2011 4:27 am



Imogen A. LieRose {100%} Tumblr_lv04413OUh1qclprvo1_400
INFORMACIÓN PRINCIPAL
Nombre Completo: Imogen Autumn LieRose.
Apodo: Bell.
Edad real y aparente: Posee aparentemente diecinueve años, pero tiene veintiseis realmente.
Fecha y lugar de nacimiento: Once de Septimbre, Chicago.
Ocupación: ...
Grupo: Fantasma.


INFORMACIÓN PSICOLÓGICA & FÍSICA
PB:Frida Gustavsson.
Descripción Psicológica:
La complejidad de esta fantasma divertida es bastante difícil. Sí, ella sabe que ha muerto ya, sí, también sabe que todavía tiene algo pendiente para poder pasar al otro lado, aunque no tiene ni la más remota idea de qué sea lo que tenga que hacer, sin embargo no tiene planes de irse del pequeño pueblo. En fin, comencemos por contar como es con las personas que conoce por primera vez. Es un encanto, así de simple. Esta chica es muy amigable y siempre abierta a conocer a las personas nuevas que siempre llegan al pueblo. Lo cierto es que Imogen oculta tras esta fachada de 'niña encantadora' una máquina para juzgar personas y tratar de determinar como se comportan en una dad situación, para después saber como utilizarlas o jugar con ellas, exacto, la fantasmita es una traviesa que ve a los humanos como simple juguetes o piezas de ajedrez. No, Imogen no es lo que te imaginas. Puede llegar a ser un dulce que si lo muerdes, te sabrá más amargo que el ayer. No se anda con rodeos una vez que la conoces, porque cuidado, ella agarra confianza muy rápido con la gente. Es muy franca y siempre suelta al respecto lo que piense y no lo tiene miedo o pena a los que esté cerca de ella en ese momento. Claro que no te creas, con las personas que puede verdaderamente confiar es una chica que si bien no dice lo que siente, te lo llega a demostrar haciéndote favores, dándote un detalle pequeño. Ápreciala porque tenerla como tu enemiga, no. Te verá como su comida antes de dar el golpe de gracia, por decirlo de alguna manera.

Cuando ella está cerca, por lo general murmura cosas que nadie entiende por lo mismo de que no las puede escuchar, lo que más dice es la letra de una canción que su abuela ya fallecida le cantaba antes de dormir. Es orgullosa y altiva en ciertas ocasiones, una excelente actriz, puede verdaderamente hacerte sentir culpable con algo y no directamente a ella. Para Imogen la vida debe 'disfrutarse' al máximo, y eso es lo que ella hace. Nada de ataduras, toda libertad que sea bienvenida.
Gustos:
-La lluvia.
-Los paseos por el parque.
-Divertirse con los humanos.
-El chocolate y el café.
-Tararear, cantar o bailar.
-Leer un libro.
Disgustos:
-El calor.
-Los días soleados.
-La gente aburrida.
-El humo a cirgarro.
Miedos o fobias:
-Belonefobia: Miedo a cualquier objeto punzocortante y mucho más si es una aguja.
Fortalezas:
-Una chica fuerte y que, a veces y por raro que suene, es madura.
-Es bastante brillante e inteligente.
-Para ella es muy facil leer el lenguaje corporal de las personas, la experiencia de los años.
Debilidades:
-Los humanos que se dejan llevar por sus juegos.
-Las fiestas.
-Los gestos amables le desconciertan.
Manías:
-Morderse las uñas y el labio inferior.
-Acomodar su cabello del lado izquierdo.

INFORMACIÓN FAMILIAR
Familia:
Alicia LieRose: Madre que se dedicaba a la profesión de medicina. La relación que llevaba con Imogen era terriblemente hostil, sin embargo esto termina cuando la hija asesina a su propia madre.

Willehiam LieRose: Hombre caucásica atractivo. Jamás conoció a su hija debido a que el día del parto él falleció en un accidente automovilístico, su ausencia para Imogen representa una soledad infinita para ella.
Historia:
La verdadera y hasta cierto punto 'trágica' vida de Imogen comienza desde el momento en que su madre, al dar luz, se da cuenta de que no era un niño como ella 'presentía' que sería, sino una pequeña niña de ojos azules. El desprecio y el trauma que representó el hecho de que su primer bebé no sería varón fue un momento crucial de como sería la vida de la castaña. Si de por sí, ya era bastante deprimente el hecho de que su marido falleciera... Esto la superaba. Alicia siempre culpó del fallecimiento de Willehiam a su hija, quien llamó Imogen, como último deseo a su esposo. Y entonces, después del funeral donde amigos y familiares le dieron el pésame a la joven madre y a su bebé de tan sólo dos semanas de nacida. Alicia decidió que no podía quedarse en Chicago, que debían mudarse a un lugar tranquilo que no le recordara a su marido por mucho que le doliera, y entonces fue cuando llegó a Prescott, comprando una pequeña y bonita casa blanca con el dinero de la herencia de Willehiam.

Una vez que la joven mujer deprimida y triste se quedó a solas con su bebé, empezó a llorar gritándole a la bebé haciendo que se despertase y empezara a llorar. El lloriqueo del bebé hacia que la madre estuviese llorando más fuerte, claro que hubo un momento de calma, donde buscó el telefono y llamaría a la persona que sabía que le ayudaría: su madre. La abuela de Imogen pese a no ser la típica abuelita dulce y de cabello canoso, le mostró un poco de cariño y amor, algo que su madre jamás le dio.

Desde los diez años que la mente de Imogen se fue ampliando, su abuela le mostró la fina línea entre los muertos y los vivos. Ella conoció al único que sería algo parecido a un amigo, Oliver, pasaba múltiples horas ausentes con él de aquí a allá. Supo en ese entonces que algo en ella era diferente, quizá estaba erroneo. Imogen quería ser original, alguien que el mundo recordarse, pero no sabía como. Cabe destacar que a ella le gustaba mucho los sobreros, siempre traía uno que combinaba con su ropa, era su mundo los sombreros y su abuela de vez en cuando le complacía comprándole uno que otro. La noche previa al fallecimiento de su abuela por un atque cardiaco, le dijo estas palabras a Imogen: "Los humanos somos pequeños y débiles, queremos destruir aquello que es desconocido. Tenle miedo a ellos, no a los muertos". A esa edad, la chica no sabía que significaban del todo estas palabras, y lo dejó ir. A la mañana siguiente, los gritos de su madre hicieron que fuese a la habitación en la que dormía allí con ellas, y entonces el mundo se desmoronó. Su abuela había muerto dejando sola a Imogen de trece años con una madre que la detestaba ni la quería ver en pintura. Se refugió en Oliver, un simple escudo para tener razones de no escuchar a su madre, pero esto logró que las peleas entre madre e hija aumentaran a un tono mucho más agresivo.

Los siguientes años, para la chica, fueron un tormento, porque se vio obligada a crecer en una casa donde hablar, tan siquiera ver a su madre provocaba la molestia de ella. Pronto, la chica LieRose empezó a ver esto como un juego, y recordó las palabras de su abuela tan sabias y acertadas en su caso. Descubrió que molestar hasta hacer rabiar a su madre era un divertido juego, para "probarle a los humanos que tan frágiles y patéticos podían ser"; a Imogen pronto se le distorsionó la imagen de su realidad y empezó a creer que ella era un fantasma mucho superior a los ridículos humanos, sus pequeños 'amigos' que no eran más que voces en su cabeza, le dictaban que hacer, por lo que era normal verla hablar por la casa sola o haciendo gestos extraños.

El día final llegó. Ese en que su madre, furiosa porque Imogen le molestaba, llegó a su habitación y empezó a sacar todos sus sombreros. La chica LieRose la siguió hasta allí en su habitación donde vio como -con el cuchillo de cocina, pues previamente estaban en la cocina haciendo la cena- desgarraba uno a uno los sombreros de la que no parecía ser su hija. Los gritos de la misma que le pedía que parara, no entraba por los oídos de su madre. Fue cuando algo en Imogen, esa pequeña línea entre los límites y lo que estaba mal, se rompió. Cuando por fin terminó de desgarrar sus veinte sombreros de diversos colores y formas, Alicia se retiró calmada viendo con ojos asesinos a su hija, pero no le dijo nada. La muchacha paso a paso con lágrimas en los ojos, repetía ''no, no''. Se tiró de rodillas tomando las telas de lo que alguna vez fueron sus sombreros y gritó. Un grito espeluznante y estremecedor. Sus voces eran muy altas, por lo que cerró los ojos tratando de enfocar lo que decía cada una. ''Mátala'' ''Ella ya te ha matado lo que más quieres''. "Defiéndete, esto es la guerra" "Dale una medicina de su propio chocolate". Para ella, sus voces tenían razón. ¿Quería la guerra? Tendría una Tercera Guerra Mundial si así lo deseaba. Buscó a Oliver, tenía que desahogarse con alguien... Aspi que quedó más convencida: se vengaría por la atrocidad que hizo.

Para lo que tenía planeado debía esperar hasta la tarde de mañana, pero no importaba. Pronto se vengaría de la mujer tan despreciativa que era su madre, pronto le haría ver lo estúpida que era. Pronto haría que suplicase por su vida. Y así fue como dieron las cuatro de la tarde en la casa LieRose e Imogen puso manos a la obra. Su mamá volvía del trabajo a las seis, así que no había tiempo que perder...

Cuando Alicia LieRose ingresó a su casa después de un largo día en el consultorio que poseía, supo que algo no estaba bien; pero ella no era una persona que se dejase guiar por impulsos o instintos así que lo ignoró lo más que puso y entró. La casa por principio de cuentas estaba totalmente oscura. Ni un ruido, ni una sola luz en todo el lugar. -¡Imogen! ¿Qué clase de tontería es esta? ¡Prende la puta luz o voy a destrozar tu ropa!- exclamaba con odio y frialdad. Algo, y no supo qué, le golpeó por detrás haciendo que cayera inconsciente. Su hija le había golpeado con lo que parecía ser era un martillo de plomo.

Alicia volvió a despertar pero cuando lo hizo se sentía desorientada y algo le bajaba por la cabeza, era sangre... Esperen un momento. ¡Sí! Estaba de cabeza en lo que parecía ser el sótano. Su corazón se aceleró totalmente asustada de lo que estaba pasando. ¿Quién era el cruel y salvaje ser que la tenía así? -Hola, mami.- la voz de Imogen extrañamente dulce, le puso los pelos de punto a su madre. -¿Qué estás haciendo, idiota? ¡Bájame de aquí, joder!- le ordenaba con los más grotescos modos... La chica se río, nagando con la cabeza.- Ay, humanoide despreciable.- ¿No sabes que esa no es manera de pedir las cosas?- soltó una risita escalofriante y entonces mostró lo que traía en una mano, era un serrucho. Los ojos de la mujer mayor se abrieron de par en par y entonces gritó. Imogen en un acto impulsivo rasgó con el serrucho su pecho, sacando sangre que se corría hasta llegar a la cara de su madre, el ser que más odiaba. -¡Cállate! ¡Vas a sufrir! ¡Veinte! ¡Veinte!- exclamaba dándole una y otra vez con el serrucho en diversas partes del cuerpo sin matarla, porque eso sería darle una salida demasiada fácil. Para cortar un poco la historia, Imogen torturó de la manera más cruel a Alicia. Le quemó, le golpeó con un bat, le rompió diversos dedos con el matillo se plomo. El golpe de gracia lo dio dándole una puñalada en el hígado y destrozándole la cabeza. Una vez acabo... Simplemente se despertó, como de un sueño, viendo la cosa más horrible que podría haber hecho. Empezó a hiperventilar, le sudaban las manos. "Oliver tiene la culpa" "Oliver" "Oliver, mátalo". Cargada de rabia, pánico y sobretodo ansiedad subió donde esperaba que estuviese su amigo y en efecto allí estaba. Él sonreía orgulloso como si fuera un padre por el diez que había sacado en la escuela.

Tú tienes la culpa! ¡La maté por tu culpa! ¡Mounstro, mounstro!- gritó rabiosa acercándose con la intención de lastimarlo, pero vamos, estaba más que obvio que no iba a causar la más mínima herida o rasguño. Oliver sin trabajos la separó cambiando totalmente su expresión a una fría y seria. Después de un largo silencio, simplemente pronunció:
-Sígueme, tengo que enseñarte algo en la azotea.


Imogen desconcertada y asustada sin dejar de ver al chico, dejó que la subiera, la chica esperaba ver algo. Algo que le calmara, pero no había absolutamente nada, LieRose no comprendía.
-¿Q-Qué pasa? ¿Y la sor...- no terminó la pregunta porque las manos firmes de Oliver la empujaron con una gran sobrefuerza humana al vacío logrando matarla al instante.

Imogen despertó en un pasto verde, conocía o tenía la sensación de conocerlo: era un cementerio. Algunas personas estaba alrededor de un cuerpo, y ella se acercó. Nadie le hacía caso y nadie le decía que pasaba, hasa que al fin vio de quién se trataba, claro, era ella con cara totalmente carente de color y en un ataúd. Abrió los ojos con horror, si pensó que se iba a librar de quien la había matado, estaba equivocada.

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